35 años de leyenda, larga vida al rey!
El
rey del reggae, un 11 de mayo de 1981, abandonó este mundo. En este
texto, repasamos el tramo final de su obra y su vida. Por Mauri ElBueno
El 27 de julio de 1980, cien mil personas desbordaron San Siro, el actual estadio Giuseppe Meazza de Milán, para ver a Bob. El “Uprising Tour” recayó en los Estados Unidos, en donde ofreció dos conciertos en el Madison Square Garden. Todos sabían que la imparable y agotadora vida de superstar, a Bob lo estaba fulminando. Tres días más tarde, daría su último concierto. A pesar de los consejos médicos, y completamente deteriorado, decidió presentarse en el Teatro Stanley de Pitsburgh. Aquella actuación del 23 de septiembre de 1980 fue dolorosa. Se le diagnosticó un tumor cerebral.
En el hospital Memorial Sloan Kettering Center, donde fue internado, quedaron horrorizados. El cáncer había avanzado en su metástasis al cerebro, pulmones, hígado y estómago. Preocupado por ese presente y su inevitable desenlace, Marley se bautizó el 4 de noviembre de 1980 en una Iglesia Ortodoxa Etíope, adoptando el nombre de Berhane Selassie (“Luz de la Trinidad”), justo el apellido del gobernante etíope que los rastas consideraba la reencarnación misma de Jesucristo.
Desesperado, se trasladó a Alemania en busca del médico Josef Issels y se instaló en su clínica en la ciudad de Bavaria. Allí, durante ocho meses, la enfermedad pareció estabilizarse por medio de un duro tratamiento no convencional. Pero fue sólo una ilusión. El 9 de mayo dejó Alemania para ir al hospital Cedros del Líbano, en Miami. Fue ingresado el 10 de mayo de 1981 y murió al día siguiente, plenamente sedado. Sus últimas palabras, dichas a su hijo Ziggy, fueron: “El dinero no puede comprar la vida”.
El impacto dejó a todos en estado de shock. En Jamaica, el Congreso cerró sus puertas por 10 días. En Nine Mile, donde Marley había nacido 36 años antes, en la colina más alta de la aldea, llevaron su ataúd de bronce pesado para depositarlo en un mausoleo que fue pintado con los colores rojo, verde y oro. Junto al cuerpo de Marley está su guitarra Gibson Les Paul, una Biblia abierta en el Salmo 23, y un tallo de marihuana colocado al final de la ceremonia fúnebre.
El 27 de julio de 1980, cien mil personas desbordaron San Siro, el actual estadio Giuseppe Meazza de Milán, para ver a Bob. El “Uprising Tour” recayó en los Estados Unidos, en donde ofreció dos conciertos en el Madison Square Garden. Todos sabían que la imparable y agotadora vida de superstar, a Bob lo estaba fulminando. Tres días más tarde, daría su último concierto. A pesar de los consejos médicos, y completamente deteriorado, decidió presentarse en el Teatro Stanley de Pitsburgh. Aquella actuación del 23 de septiembre de 1980 fue dolorosa. Se le diagnosticó un tumor cerebral.
En el hospital Memorial Sloan Kettering Center, donde fue internado, quedaron horrorizados. El cáncer había avanzado en su metástasis al cerebro, pulmones, hígado y estómago. Preocupado por ese presente y su inevitable desenlace, Marley se bautizó el 4 de noviembre de 1980 en una Iglesia Ortodoxa Etíope, adoptando el nombre de Berhane Selassie (“Luz de la Trinidad”), justo el apellido del gobernante etíope que los rastas consideraba la reencarnación misma de Jesucristo.
Desesperado, se trasladó a Alemania en busca del médico Josef Issels y se instaló en su clínica en la ciudad de Bavaria. Allí, durante ocho meses, la enfermedad pareció estabilizarse por medio de un duro tratamiento no convencional. Pero fue sólo una ilusión. El 9 de mayo dejó Alemania para ir al hospital Cedros del Líbano, en Miami. Fue ingresado el 10 de mayo de 1981 y murió al día siguiente, plenamente sedado. Sus últimas palabras, dichas a su hijo Ziggy, fueron: “El dinero no puede comprar la vida”.
El impacto dejó a todos en estado de shock. En Jamaica, el Congreso cerró sus puertas por 10 días. En Nine Mile, donde Marley había nacido 36 años antes, en la colina más alta de la aldea, llevaron su ataúd de bronce pesado para depositarlo en un mausoleo que fue pintado con los colores rojo, verde y oro. Junto al cuerpo de Marley está su guitarra Gibson Les Paul, una Biblia abierta en el Salmo 23, y un tallo de marihuana colocado al final de la ceremonia fúnebre.
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