El reggae recuerda a Víctor Jara, un combatiente de la música
Este 15 de septiembre se cumple un nuevo aniversario del bestial crimen cometido en el Estadio Chile, donde el cantautor fue torturado y acribillado por los militares. Le machacaron los dedos a culatazos para que no volviera a tocar la guitarra y después jugaron a la ruleta rusa con él.
Bob
Marley, en más de una oportunidad, al ser consultado sobre el
significado de ser “un wailer”, respondió que “es todo aquel que lucha
contra el sistema, contra la injusticia”. Indudablemente, esa
consideración cabe en la magnífica figura de Víctor Jara. Por Mauri ElBueno
Desde Top Rankin, proponemos escuchar algunas versiones de Víctor Jara, interpretadas en clave jamaiquina.
- Cultura Profética, "La partida" y "Manifiesto" (vivo)
- Gondwana, “Te Recuerdo Amanda” (vivo)
Víctor Jara.
De origen campesino, hijo de un inquilino y una cantora popular, Víctor Jara llegaría a convertirse en uno de los principales referentes de la música chilena y en un testimonio vivo de la creación artística popular.
Durante 1970, Víctor Jara participa activamente en la campaña electoral que llevará a la presidencia al candidato socialista de la Unidad Popular, Salvador Allende. Un año después, Víctor publica un nuevo disco, “El derecho a vivir en paz”, donde expresa su claro compromiso político con el pueblo chileno y con los avances de los campesinos y trabajadores. El disco tuvo una gran resonancia y Víctor se convierte en un ídolo de la juventud
En 1972 tras regresar de una gira por Latinoamérica y el Reino Unido, publica un nuevo álbum, “La población”, trasladándose a poblados marginales lo que se ve reflejado en el disco
El 11 de septiembre de 1973 Víctor Jara fue, junto a otros músicos como Quilapayún, a cantar en la exposición contra el fascismo y la guerra civil que se inauguraba en la Universidad Técnica del Estado, cuando les sorprendió el golpe de estado dirigido por Augusto Pinochet. Estuvo detenido ese gigantesco centro clandestino de detención durante varios días, hasta que lo asesinaron.
Antes de las torturas, empezó a escribir en pequeños trozos de papel su último poema, que terminaría momentos antes de que 34 balazos acabasen con su vida al igual que murieron miles de chilenos. El poema, escrito en primera persona con algunas frases como: «Un golpeado como jamás creí se podría golpear a un ser humano», corrió de mano en mano entre los prisioneros siendo descubierto por los militares en los calcetines de un prisionero, pero la memoria de los que lo leyeron consiguió rehacerlo y sacarlo del país, convirtiéndose en un símbolo de denuncia de las atrocidades de los golpistas que sólo habrían de comenzar. El resto de su obra musical consiguió salvarse gracias a familiares y amigos que guardaron sus discos y grabaciones mientras el ejército destruía las grabaciones originales tratando de borrarlas de la historia de Chile.
Pero hoy en día el Estadio Nacional ha cambiado su nombre por el de Víctor Jara y al lado de una de las puertas, la misma en la que arrojaron su cadáver, hay una placa con su último poema.
De origen campesino, hijo de un inquilino y una cantora popular, Víctor Jara llegaría a convertirse en uno de los principales referentes de la música chilena y en un testimonio vivo de la creación artística popular.
Durante 1970, Víctor Jara participa activamente en la campaña electoral que llevará a la presidencia al candidato socialista de la Unidad Popular, Salvador Allende. Un año después, Víctor publica un nuevo disco, “El derecho a vivir en paz”, donde expresa su claro compromiso político con el pueblo chileno y con los avances de los campesinos y trabajadores. El disco tuvo una gran resonancia y Víctor se convierte en un ídolo de la juventud
En 1972 tras regresar de una gira por Latinoamérica y el Reino Unido, publica un nuevo álbum, “La población”, trasladándose a poblados marginales lo que se ve reflejado en el disco
El 11 de septiembre de 1973 Víctor Jara fue, junto a otros músicos como Quilapayún, a cantar en la exposición contra el fascismo y la guerra civil que se inauguraba en la Universidad Técnica del Estado, cuando les sorprendió el golpe de estado dirigido por Augusto Pinochet. Estuvo detenido ese gigantesco centro clandestino de detención durante varios días, hasta que lo asesinaron.
Antes de las torturas, empezó a escribir en pequeños trozos de papel su último poema, que terminaría momentos antes de que 34 balazos acabasen con su vida al igual que murieron miles de chilenos. El poema, escrito en primera persona con algunas frases como: «Un golpeado como jamás creí se podría golpear a un ser humano», corrió de mano en mano entre los prisioneros siendo descubierto por los militares en los calcetines de un prisionero, pero la memoria de los que lo leyeron consiguió rehacerlo y sacarlo del país, convirtiéndose en un símbolo de denuncia de las atrocidades de los golpistas que sólo habrían de comenzar. El resto de su obra musical consiguió salvarse gracias a familiares y amigos que guardaron sus discos y grabaciones mientras el ejército destruía las grabaciones originales tratando de borrarlas de la historia de Chile.
Pero hoy en día el Estadio Nacional ha cambiado su nombre por el de Víctor Jara y al lado de una de las puertas, la misma en la que arrojaron su cadáver, hay una placa con su último poema.
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